Archivo por meses: marzo 2016

20 meses

El día de hoy está siendo bastante especial. De una manera o de otra, será un día para recordar…

Hoy ha nacido la segunda hija de una amiga mía. Mi amiga cumplía su semana 42 de embarazo, y su hija ha decidido nacer en este momento. La pequeña ha pesado 4,320 kgs y se le han respetado todos los tiempos a la madre. La hija mayor de mi amiga no tuvo esa oportunidad: nació a través de un parto bastante inducido e instrumentalizado. Para esta ocasión, este segundo parto mi amiga se preparó a conciencia y decidió que tendría a su hija en casa. Que sería un parto en casa, en la intimidad del hogar, de la cueva, asistido por su marido y las comadronas contratadas del equipo de Néixer A Casa. Mi amiga, que había parido a su hija de manera muy instrumentalizada, con invasión de su cuerpo médicamente hablando, ha parido sola, sin ayuda de nadie. Ha parido sola, con su cuerpo de mujer. Es una valiente. Enhorabona L, M i A! Benvinguda N!

Hoy también es un día importante, pues Galletita cumple 20 meses. 20 meses… y evoluciona constantemente, cambia, cambia. Desde que empezó a caminar hasta ahora no hay día que ni Glass ni yo veamos algun cambio, algun avance en Galletita. Es un proceso maravilloso, único, increíble… aunque también aterrador. Galletita antes necesitaba de su teta para dormir: ahora duerme sus siestas sola (en el cochecito todo estirado; estamos trabajando con ella lo de dormir en la cama). Galletita antes necesitaba sus cinco o seis tomas diarias de teta: actualmente, hay días que toma un par de veces, y una de ellas como si de un chupito se tratara. Antes le comprábamos la ropa a Galletita en la zona de BEBÉS (de 0 a 18 meses); ahora, en la mayoría de tiendas, su talla ya es considerada de NIÑA.

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Galletita cambia. Galletita se hace mayor. Y yo lo observo, días en la distancia y días a su lado. Y estos cambios me abruman. Me emocionan profundamente, pero también me aterrorizan. Ver como mi niña-bebé deja cada día un poco más atrás su etapa de bebé para pasar a ser niña. Ver como cada vez nos necesita menos. Ver como va definiendo su carácter, su autonomía, su independencia.

Hoy, con el nacimiento de la hija de mi amiga L, desearía haber estado en su lugar. Desearía volver a tener la sensación de un bebé, de un recién nacido en mis brazos. Desearía que el tiempo se parara, y Galletita volviera a ser como N, la hija recién nacida de mi amiga. Desearía… haber parado el tiempo hace mucho.

Tanto Glass como yo queremos aumentar la familia, en un futuro no muy lejano. Glass y yo somos hijos únicos: no hemos conocido hermano o hermana mayor o menor. Primos o primas, vecinos o vecinas, amigos o amigas… pero no alguien con quien compartir tus vivencias familiares 24 horas. Y esto no lo queremos para Galletita. Aunque tengamos que apretarnos el cinturón el triple, aunque volvamos a vivir las noches enteras sin dormir, aunque vuelva a vivir la separación para volver al trabajo… Queremos darle este regalo a Galletita: un hermano o una hermana.

Para acabar, la frase de hoy es de un libro que leí con 10 u 11 años. Mi padre me insistió mucho en él, dijo que me ayudaría a entender muchos aspectos de la vida. Y razón no le faltó…

<<Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!>>

El Principito, Antoine de Saint-Exupéry

DIY: Día del padre

Trece días después vuelvo. Una semana después del Día del Padre vuelvo. Trece días que han dado para mucho, la verdad. En este tiempo he visto un espectáculo en l’Auditori de Barcelona, hicimos la Mona (se la comieron con la «profe» de la tarde), empecé vacaciones de Primavera, celebramos con Glass su segundo Día del Padre, felicité a mi padre, fuí a hacerme una limpieza de cutis, me dejaron la cara hecha un cromo, en tres días se me hinchó la cara como un globo, el tercer día me apareció un maravilloso sarpullido por todo el cuerpo (parecía un dálmata o un vestido a topos flamenco) (parte positiva: puedo ir a la Feria de Abril), fuí a Urgencias, me pusieron una inyección de cortisona en el culete, enseñe mi culete a una enfermera la mar de maja, hablé con la doctora sobre los beneficios de la lactancia materna prolongada, promoví la web de e-lactancia.org… Y llegamos a hoy. Y la verdad sea dicha: después de tantas aventuras vividas, va siendo hora que escriba algo, ¿no?

La entrada de hoy va dedicada a los regalos que preparamos Galletita y yo para el Día del Padre. Una vez más, contamos con la indispensable ayuda de (San) Pinterest. Días antes (semanas, diría yo) estuve chafardeando en busca de inspiración. Y finalmente, con las ideas en la mente, una tarde nos pusimos manos a la obra.

El primer regalo es una camiseta decorada. Los materiales utilizados son:

  • Camiseta modelo Regular (no Stretch, que a Glass no le gusta marcar figura) de color negro de Decathlon (costó 3,99 euros, creo)
  • Pintura téxtil de color rojo y verde (fluor, para hacerla más cantona)
  • Pinceles
  • Paleta o recipiente de plástico plano para poner encima la cantidad de pintura necesaria
  • Superficie de madera (lo suficientemente ancha como para colocar encima la camiseta)
  • Un zapato de Glass y un zapato de Galletita
  • Plancha de ropa

El proceso de creación fué muy sencillo. Primeramente, coloqué la camiseta como si la fuera a planchar en la superficie de madera (debe quedar una especie de sandwich, es decir: camiseta – superficie de madera – camiseta). Con la ayuda de Galletita y los pinceles, ella pintó las suelas de los zapatos (primero el de su padre y luego el suyo), y entre las dos los estampamos en la camiseta. Una vez estampados, yo acabé de retocar el resultado, para que quedara un poco más digno. Finalmente, se deja secar la pintura. Normalmente tarda 24-48 horas en secar, así que es importante respetar estos tiempos. Una vez esté seca, y nuevamente recurriendo a la superficie de madera, se plancha la camiseta del revés. Para que la pintura quede fija.

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El segundo regalo es un Rasca-y-Gana, especial Día del Padre. Los materiales utilizados son:

  • Ordenador, pantalla y teclado
  • Dominio del Photoshop o del Microsoft PowerPoint
  • Impresora con tinta
  • Hoja tamaño DIN-A4 blanca o de color (en nuestro caso, de color verde pálido)
  • Lámina/Pouch para plastificar
  • Plastificadora
  • Fairy o Mistol (jabón para lavar los platos, vaya)
  • Témpera escolar (en nuestro caso, de color verde brillante)
  • Pincel
  • Paleta o recipiente de plástico plano para poner encima la cantidad de pintura necesaria

En este caso, también fué muy sencillo. Días antes pensé en siete «posibles» regalos (actividades, regalos propiamente dichos, situaciones…) que le pudieran gustar a Glass. Creé el diseño del Rasca-y-Gana con la ayuda del Photoshop, y dentro de cada círculo escribí los regalos. Una vez acabado, lo imprimí en la hoja DIN-A4 de color verde pálido. Luego lo plastifiqué. Al día siguiente, Galletita y yo nos pusimos manos a la obra para pintar los círculos. Mezclé el jabón para lavar platos con la témpera escolar (una proporción de 1 parte de jabón por cada 3 de témpera). (Esta mezcla la utilizo para decorar los cristales de mi aula de Infantil; la pintura se elimina fácilmente, y con el complemento del jabón -a su vez- los cristales quedan limpios) Con el pincel, Galletita pintó encima de los círculos. Finalmente, lo dejamos secar y posteriormente lo envolvimos en un sobre bien bonito.

 

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A Glass le gustaron mucho los dos regalos. Nos juró y perjuró que con el buen tiempo se pondría su camiseta, y el mismo Día del Padre ya utilizo uno de sus regalos del Rasca-y-Gana (comer en uno de sus restaurantes favoritos). A diferencia del anterior año, éste pude preparar todo y Galletita se involucró muchísimo más. Disfrutamos muchísimo del proceso, y Glass está muy orgulloso de nosotras y de sus regalos.

Nom-nom: Cómo mejorar un te simplón y sosainas

Odio el café. No me gusta nada. No le acabo de pillar el gusto ni tampoco me acaba de despertar o activar como a otras personas. En la época universitaria sí que tomé cafés (sobretodo en las semanas de estudio antes de los exámenes), o bien yendo de viaje a algun lugar interesante que ofrezcan cafés curiosos o «muy suyos» (como un buen capuccino italiano… OMG! Eso son palabras mayores). Por decirlo de alguna manera, para cafés soy muy hipster: me van los de Starbucks, sobretodo los temáticos de Navidad: ¡¡esos SÍ que son un viciaco!!

Como alternativa a los cafés, hace tiempo que saludé y me hice muy amiga de los tés. Empecé por los típicos y tópicos, y de ahí fuí subiendo niveles. Me considero ahora mismo en un nivel EXPERT, tirando a PRO, a nivel de tés… Son mi vicio personal y los adoro. ¿Problema? Un buen te es caro (aunque en según que sitios los hay muy, muy bien de precio) y tampoco dispongo de mucho tiempo para hacerlo cómo corresponde. Para honrar a ese te. Así pues… desde hace un tiempo me he pasado a los te enbolsados. Pero… no es lo mismo.

Normalmente, exceptuando algunas marcas que los ofrecen muy, muy caros (un paquete con 24 bolsitas de te por casi 3 euros lo considero un robo), los tés que suelo tomar son bastante simplones. Sosainas. Aburridos. Hablamos de… te verde, te Earl Grey, te rojo… Sobretodo, los compro de cierta marca valenciana de cuyo nombre no quiero acordarme. No son los mejores, pero sí los que económicamente me salen más a cuenta.

Pues bien. Desde hace un par o tres de semanas he descubierto cómo mejorar un te simplón. Como darle un toque delicioso, gourmet. Para logralo, acostumbro a usar las tan-socorridas-y-salvadoras-especias. En concreto, dos o tres de ellas: curry, canela, nuez moscada, jengibre, cardamomo… Y el resultado es… inmejorable. Y si además le añades un poquito de cacao en polvo… ¡¡¡guau!!!

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Mi último descubrimiento, lo que me pone las pilas por las mañanas, es éste: te rojo con cacao en polvo y jengibre. ¡¡Increíble!! Os lo recomiendo al 150%.

Así pues, ya lo sabéis: sed buenos y buenas y…

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Una mamá sin tribu

Soy una mamá sin tribu. Una mamá sin tribu «oficial». ¿Tribu? ¿Masái? ¿Bosquimanos? ¿Shiwiar? ¿Existen tribus hoy en día?

Sí, sí que existen. Aunque no es el concepte que nosotros entendemos. Bueno, sí que lo es… pero en este caso tiene otra definición. Tribu es ese grupo de mujeres, madres la mayoría, que se ayudan entre sí y se refuerzan. Tribu es ese espacio de mujeres donde hablar de lo que sea, desde problemas de lactancia (aunque normalmente esto se hace en grupos de lactancia) hasta problemas con la suegra (por poner un ejemplo).

Sí que es cierto que si necesito alguna solución puedo recurrir al grupo de lactancia por Whatsapp o preguntar y que me informen en algun grupo de Facebook. Pero claro, esto son medios impersonales. No te animan cuando crees que no saldrás de ese pozo en el que muchas veces (la mayoría) te has metido tú misma dentro. No te reconocen el esfuerzo de trabajar todo el día, sacar adelante la casa, preparar la comida y luego -además- poder dar un rato de calidad a tu hija. No te dan un abrazo cuando lo necesitas.

Sí que es cierto que tengo buenas amigas/mamis gurú con las que hablo asiduamente, sea por Whatsapp o por otros medios. La distancia -a veces- es un problema enorme, y más siendo mamá y habiéndote de desplazar con media casa arriba y abajo. Por suerte, estas mamis gurú, estas buenas amigas siempre están ahí. Aunque sea para escribirte una palabras o un corazoncito. Pero… no se conocen entre ellas. No son realmente una tribu. Son individuales, no un conjunto.

Yo estuve en una tribu. Mejor dicho, en dos. Por una serie de circunstancias, acabé alejándome de ellas. De la primera… por mi carácter, básicamente. Por conflictos generados por mi carácter. De la otra tribu… me alejé porqué no era el momento. Así de claro. No era tiempo de volver a intimar, empezar una relación de nuevo.

En la soledad de la mamá, en ser una sola descubrí muchas verdades. Descubrí lo que realmente no había descubierto estando en tribu. Por ejemplo y como he dicho antes, que no era mi momento. Ni el mío ni el de Galletita. Galletita y yo necesitábamos volver a connectar, como madre e hija. Demasiados ir y venir, horarios… Necesitábamos tardes para nosotras, menos Whatsapp y más achuchones. (Sí, he sido -y aún a veces lo soy- una mamá que no hace caso de su hija por estar pendiente del dichoso Whatsapp)

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Soy una mamá sin tribu desde hace cinco meses. Los primeros fueron duros, muy duros. Con una de las dos tribus había establecido lazos muy profundos, de amistad. De explicarnos cosas muy íntimas, de hablar de temas que tocaban mucho. Habíamos compartido momentos buenos y no tan buenos, momentos malos y peores. Y aquello, separarme de ellas, fué como acabar con una relación amorosa. Tuve mis fases, de duelo, de no aceptación, de soberbía… Pero una vez resurgí de mis lamentos, de mis cenizas cual fénix, descubrí la verdad.

La verdad es que tengo una tribu. Una tribu «no oficial» aunque muy presente y necesaria. Una tribu que me apoya en los buenos y en los malos momentos, en los mejores y en los peores. Una tribu que me da un achuchón si lo necesito, que me comprende, que me escucha. Recuerdo a una de mis mamis gurú, hablando de este tema, como me dijo… muy sabiamente:

<<Pues yo he aprendido que la tribu es súuuuper necesaria, pero más necesario es mirarnos hacia dentro. Al fin y al cabo, la tribu no vive en nuestra casa, no «sufre» nuestro día a día, y las que tenemos de tirar del carro somos nosotras. Solas. Así es la sociedad de hoy en día. Suerte tenemos de la familia y los amigos, que nos ayudan y nos dan consejos todo lo pueden y más. Pero al final es una misma la que se construye su día a día y la que elige como quiere que sea. Días negros que deben ser los que menos y días de otros colores porqué nunca sean todos iguales. Debemos aceptar que no somos súper-madres, sinó la mejor madre que podemos ser. Así es como se consigue fluir y dar eternas vueltas a las cosas en la cabeza>>

(Grande. Muy grande es. Sólo 30 años, 4 menos que yo. Pero me supera en madurez y en tantas cosas… La admiro profundamente, y ciertamente nunca se lo he dicho)

Mi tribu son ellos dos: Glass y Galletita. Y también son mi familia. Ellos luchan por mí, me sacan una sonrisa, me secan las lágrimas, me dan la paz tan necesaria…

 

<<My best friend gave me the best advice
He said each day’s a gift and not a given right
Leave no stone unturned, leave your fears behind
And try to take the path less traveled by
That first step you take is the longest stride>>

If Today Was Your Last Day, Nickelback

DIY: Clasificación por color y psicomotricidad fina

Ignauguramos nueva sección en el blog That’s The Way The Cookie Crumbles. Nueva sección que espero convertir en permanente, dado que frecuentemente hablaré de mis DIY (Do It Yourself).

Desde siempre he hecho algo con mis manos. Siempre he tenido la necesidad de utilizarlas para algo más que… cocinar, limpiar, teclear, escribir, dibujar… Algo más que lo típico, vaya. Mis padres siempre comentan la anécdota que, con cuatro o cinco años, creé un ordenador portátil a partir de una caja de cartón. Con sus teclas y sus diferentes programas. Más adelante, jugué a ser soldado y creé mi propio uniforme. Y así infinitas anécdotas de la abuela CeboGalleta… Pero no os quisiera aburrir.

Desde antes de nacer Galletita mi inspiración y mi creatividad estaban on fire, a tope. No paraba, no paré de crear cosas (especialmente los meses de baja antes de parir). Ya lo dice un dicho catalán: <<Qui no té feina el gat pentina>> (Quien no tiene quehacer peina al gato) En mi caso, peiné a bastantes gatos.

Una vez nacida Galletita, la mayoría de creaciones iban dirigidas a ella. En su mayoría, juguetes. Juguetes o juegos a partir de material reciclado que veía en (Santo Sanctorum) Pinterest (¡¡alabado sea su creador!! ¡¡Te adoro!! ). Y juegos o materiales educativos (esto es a lo que me dedico últimamente). Para empezar a hacer en casa. Para que ella misma vaya desarrollando a su ritmo sus aprendizajes.

Si hay algo que desearía con todo mi corazón es -a pesar de ser maestra- no llevar nunca a Galletita a la escuela. Que pudiera quedarse en casa conmigo o con Glass y aprender a través de materiales y actividades homeschool (escuela en casa). La maternidad ha dado un giro brutal a la manera de ver mi profesión. Y aunque la continuo valorando y apreciando como entonces, también veo todo lo negativo de ella. Lo que no quiero que mi hija se encuentre… Pero -y siendo realista- Galletita necesita salir del nido, relacionarse con otros niños y otras niñas, conocer a otros adultos con los que congeniar y establecer una relación… En fin, otro día profundizaré sobre ello.

 

El juego que muestro a continuación es sacado a partir de una idea de Pinterest. Los materiales para realizarlo son los siguientes:

  • Un bote cilíndrico vacío y limpio de su contenido. En mi caso, el bote empleado es uno de esos de «Capuccino instantaneo» (¡qué malo…! Puaghh). Si se utiliza un bote tipo leche condensada es conveniente limar los bordes, para evitar futuros accidentes.
  • Pegatinas une-agujero. Son unas pegatinas redondas y agurejeadas, utilizadas para reparar los agujeros que se hacen a las hojas.
  • Rotuladores de tres colores, a poder ser los colores básicos (rojo, amarillo y azul).
  • 9 limpiapipas con los tres colores básicos (rojo, amarillo y azul).
  • Air-on-fix de colores, decorativo. (También se puede optar por pintar el bote, con pintura acrílica)
  • Cinta plástica de colores, para decorar el bote. (Podríamos utilizar también washi-tape, aunque corremos el riesgo que se rompa fácilmente).
  • Punzón y alfombrilla para punzón.
  • Tijeras.

Para realizar el juego seguiremos los siguientes pasos:

  1. Recortar la cantidad de air-on-fix del tamaño de la circunferencia del bote. Separa el air-on-fix adhesivo del papel que lo protege y recubrir el bote. (En caso de pintura, se trataría de pintar el bote)
  2. Con la cinta adhesiva de colores, decorar el bote. (En caso de pintura, deberíamos esperar a que secara)
  3. Separar la tapa del bote. Colocarla encima de la alfombrilla para punzar. Con la ayuda del punzón, punzar 9 agujeros dándoles un acabado redondeado.
  4. Coger 9 pegatinas une-agujero y pintarlas con los rotuladores. 3 colores básicos = 3 pegatinas del mismo color (3 x 3 = 9, fácil ¿no?). Engancharlas encima de los agujeros que hemos hecho en la tapa.

Se podría empezar a utilizar el juego a partir de los 18 meses, aunque depende del desarrollo de cada niño o niña. Siempre bajo la supervisión de una persona adulta. Para presentar el juego ante el niño o la niña, dejamos a un lado el bote y al otro los limpiapipas, en el suelo. Dejamos que el niño o la niña experimente, se divierta con los limpiapipas, analice su textura, su sabor, realice formas divertidas con ellos… La secuenciación del juego sería:

  1. Empezar a insertarlos libremente en un agujero cualquiera, no importa el color. No tener en cuenta como agarran los limpiapipas (empezarán, según la edad, a cogerlos con el puño).
  2. Empezar a insertarlos libremente en un agujero cualquiera, no importa el color, realizando la pinza digital correctamente.
  3. Insertar cada limpiapipas de un color en el agujero correspondiente.
  4. Insertar el número de limpiapipas que la persona adulta diga (por ejemplo, 1, 2 o 3).
  5. Insertar el número de limpiapipas que la persona adulta escriba en una superficie (papel, pizarra…).

Con este juego se trabajan diferentes contenidos:

  • Psicomotricidad fina: realizar la pinza digital correctamente, ensartar, meter y sacar, abrir la tapa del bote…
  • Clasificación según: color, color y número de limpiapipas, número de limpiapipas
  • Experimentación sensorial: tacto/textura, gusto, olor…
  • Expresividad y creatividad: realizar diferentes formas con el limpiapipas
  • Expresión oral: conocer las palabras designadas para los números 1,2 y 3, las de los colores (rojo, amarillo, azul)…

¡Deseo que os guste!

 

<<Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.>>

Benjamin Franklin